40.-LAS COORDENADAS DE ORIGEN

(Post dedicado a Juan José Tito, por no claudicar en el afán de recordar momentos y amigos de nuestra Florida, y post –además- en agradecimiento a Facebook por prestarme su herramienta mas resaltable: la facilidad para encontrarlos) (Gracias J.J!!!)

Cada ser humano tiene un origen, un punto de partida de su línea vital, que se ubica en un determinado momento y en un lugar dado.
Claro que espacio y tiempo iniciales escapan a nuestros cálculos y deseos: nacemos donde y cuando nos toca, sin que tengamos ingerencia en esa determinación. O lo que es decir que nacemos cuando y donde nuestra madre lo decida.
Pero, queda claro que ambos factores sellarán definitivamente nuestros documentos de identidad, y se ubicarán para siempre en los renglones donde dice: “Fecha de nacimiento” y “Nacido en.....”, que un policía rellenará tecleando en la máquina con cara de inmutabilidad no acorde con la importancia que el hecho reviste para nosotros.
Podemos cambiar el nombre y el estado civil Juzgado mediante, el estado físico Gimnasio mediante, el estado patrimonial con el 5 de Oro o un buen casamiento (que son lo mismo o casi...), el color del pelo con una buena tinta, la cara con el lifting, el color de los ojos con las lentillas, etc. pero fecha y lugar de nacimiento es algo que los seres humanos no podremos cambiar aunque falsifiquemos los documentos.
A partir de ese Tiempo cero y Espacio cero, variables que se hacen constantes, es que comenzamos un proceso de adquisición de hechos y/o objetos, tangibles o intangibles, actuando como prematuros “compradores” compulsivos que en menor o mayor grado, somos.
Caminamos por la vida cargando la maleta…o la mochila, que no se carga atravesada sobre el anca del caballo como aquella pero sí sobre los hombros humanos (aunque la modernización le haya colocado rueditas para arrastrarla con mas comodidad y no perjudicar más nuestras pobres espaldas...)
Todos portamos una mochila en nuestras costas, especie de pariente moderna de la “cartera de la dama” que -a diferencia de aquella- las féminas llevan colgando sobre un solo hombro dejándonos al pasar el aire misterioso de un secreto celosamente guardado.
En definitiva, el tema no es la mochila en si misma sino la carga, o sea su contenido.
Contenidos tan similares y distintos como similares y distintos somos los humanos.
A lo largo del camino vamos cargando nuestra mochila....
Afectos, amores encontrados y perdidos, momentos inolvidables, músicas que llegaron al alma, paisajes que pasaron por los ojos y se instalaron allá adentro, maestros de la escuela, amigos del Liceo, maestros de la vida, atardeceres de sol rojo, el ruido de las ruedas de algún tren, alguna estrella fugaz, algún arco iris, los perfumes del jardín de la abuela, las lunas de octubre, el olor de la tierra mojada por la lluvia, el sonido del agua corriendo en el arroyo, la mesa de aquel boliche, etc.
Toda “primera vez” nos marcará a fuego. Primer cuaderno, novio, novia, beso, carta de amor, cometa, vestido, traje, gol, lápiz de labio, afeitada, cigarrillo, moto, baile, auto, viaje, avión, barco, maestra, ramo de flores, bicicleta, perro, trabajo, pelota, muñeca, libro, pesca, computadora, y tantas cosas más.
Serán nuestras vivencias, formarán nuestro bagaje, se incorporan a nuestra marca de origen.
Muchas veces queremos tirar algo a un costado, pero aunque nos descarguemos un poco, inevitablemente la carga permanecerá siempre incorporada a la “mochila”. Porque ésta lleva lo que queremos recordar, pero también aquello que hemos olvidado, o que no queremos recordar, porque comprenderemos que nuestra memoria es selectiva, o sea un poco ladina, y que recuerda lo que ella quiere recordar.
Pero para evitar esas puntuales traiciones de nuestra memoria deberemos echar mano al fosfotimol, por supuesto, pero en especial a la memoria de nuestros amigos, de quienes caminaron a nuestro lado en cada momento, en cada etapa de nuestra vida y que quedaron como mojones inamovibles marcando el recorrido.
Ellos constituyen el mejor sostén para que no nos olvidemos nunca de nuestras coordenadas de origen ni del recorrido de esas dos variables que de manera indisoluble nos acompañaran toda nuestra vida: tiempo y espacio.