97.-CORONAVIRUS. O CUANDO LA HUMANIDAD SE SACO SU PROPIA TARJETA AMARILLA.
Desde hace unos cuantos
años, de vez en cuando me da por poner algunas ideas en un papel con el único
propósito de desahogar mis interioridades, sin sopesar el valor que puedan tener esas líneas más allá
de lo antedicho. Tómese esto, en consecuencia, como una temprana advertencia para
quien-en este momento- no quiera salir
de los juegos matemáticos, abstraerse de videos y llamadas grupales, dejar de oír misas online o
escuchar músicos tocando en balcones que dan a calles y plazas vacías.Todo lo
anterior por supuesto es válido para atenuar la incomunicación que por estos días
padece la mayor parte de la Humanidad y de la cual formamos parte.
Entre tantas cosas que
circulan por las redes, ayer mire un video de una española mezcla rara de
Nostradamus con los mayas, de profetas con adivinos, que en el 2019 predijo para
el presente año 2020 un hecho de mal agüero muy similar al que estamos soportando: un
evento de extensión mundial, que duraría 40 días, que afectaría solo a los
humanos y que permitiría al planeta Tierra recuperarse de las agresiones de la
presencia humana. Mas una larga lista de etc. etc.
Decenas de hipótesis
pululan acerca del origen de esta pandemia, pero solo una es claramente irrebatible y demostrable: no fue la Tierra quien origino lo que hoy vivimos. Y acá debemos
distinguir y contextualizar dos
escenarios bien claros, uno es el Planeta Tierra sin los humanos y su
actividad, y el otro es el planeta Tierra per
se, con las otras biologías paralelas o forjadoras de la darwiniana teoría de
la línea evolutiva del Homo sapiens.
No fue el planeta quien
originó este problema. No fue un mega evento tal como un tsunami, o un
terremoto, o una actividad volcánica, o un cambio en la posición de su eje de rotación.
Nada de eso.Los sistemas naturales que
conforman la anatomía y fisiología de la Tierra funcionan automáticamente: sostiene
su motor interior encendido, sigue
girando alrededor del sol, y mantiene vigente las leyes fundamentales que hacen
a su funcionamiento.
Todo lo contrario. Fue un
minúscula capsula con contenido proteico cuyo objetivo es encontrar un huésped
(nosotros) para poder reproducirse y atacar a otros (nosotros), algo que los
humanos ya conocemos ya que día a día convivimos
con muchísimos virus. Entre las múltiples opciones de la génesis de esta cepa con nombre de cooperativa uruguaya
de viviendas, se encuentra la que
considera que su aparición se debió a un descuido en alguno de los tantos
experimentos genéticos que pululan por los laboratorios del Mundo. Sea o no verídica
esta apreciación, me inclinaría a pensar que el origen de todo esto puede andar
por ahí. El mecanismo de propagación parece estar claro. Las finalidades están en
la nebulosa de las especulaciones.
De ser así, este es un
problema que la propia Ciencia debe y puede solucionar en el menor tiempo
posible. Debe ser la ciencia quien estudie, entienda, solucione y prediga los procesos, observando la repetición de los
hechos, racionalizándolos hasta llegar a la ciencia predictiva, es decir,
aquella que es capaz de anticipar los fenómenos que pueden dañar a los humanos.
Y esto vale desde un pararrayos a una vacuna. Y será la ciencia quien encuentre
el remedio para este mal.
Logrado esto, como
deseamos, y como siempre acontece, todo pasara a la historia. Los países del
Mundo seguirán enfocados en defender a muerte sus posesiones materiales
encerradas en sus fronteras políticas y geográficas,
y seguirán vigentes otras líneas divisorias como las humanas y
religiosas que determinan que mueran por día mas humanos por hambre o por creer
en otros dioses según de qué lado de esas líneas se encuentren.
Hoy día queda en
evidencia que de nada vale tener tanques, cañones, misiles ni camiones
blindados…Ni enormes portaaviones y barcos de guerra surcando los mares. De poco
valen la muralla china, la línea Maginot, el muro entre México y Estados Unidos,
ni las hermosas ciudades fortalezas del Midi
francés. Un microscópico individuo se ha plantado irrespetuosamente a su
frente, y contra él es la lucha poniéndole barreras sanitarias que todos deberíamos
respetar conscientemente, sin necesidad de militarizar algo cuyo acatamiento es
un deber moral.
No. No fue el planeta
Tierra quien el originó esta pandemia. La aparición y su dispersión es resultado de la actividad humana al igual
que la capa de ozono, la contaminación
de la atmósfera y de los mares, la desaparición de especies y tantas otras heridas
que le hacemos a la piel terrestre. Y la Tierra ya tiene mucha consideración con
nosotros: haciendo más o menos 6 mil o 7 millones de años que el planeta apretó la tecla Play, hoy posee la misericordia de no castigarnos con el envió de un archivo
adjunto en un milisegundo de su ya larga vida.
Esa piel de la Tierra habitada por 7 mil
millones de piojos que le causarnos algunos escozores que, muy de vez en
cuando, la hacen sacudir como quien tira las coyunturas de sus dedos, o gira su
cabeza para re acomodar las vertebras cervicales…Si ella quisiera, quedarán muy
pocos piojos, y no resucitados, precisamente.
Creo que establecida la percepción de que, pasado un
tiempo al final de esta locura, los más optimistas de los optimistas sostienen que
todo va a cambiar….y los más optimistas de los pesimistas pensamos que todo seguirá igual. Me afilio a la hipótesis de que unos
meses de pandemia podrán (?) cambiar en algo su comportamiento, pero nunca la
naturaleza de los seres Humanos. Nunca lo hizo, ante catástrofes iguales o
mayores y esta no será la excepción. Se seguirá refractando la realidad, y surfeando
sobre las desigualdades y pandemias endémicas que hace centenares de años
esperan la solución.
La Humanidad necesitaría apretar el botón de reseteo…
La propia Humanidad se acaba de sacar una
tarjeta amarilla. Y es reincidente. De ahí a la roja definitiva es solo un
paso: apretar la tecla de apagar.