24.-SOBRE HABITOS Y MONOS......

Muchas veces los seres humanos hacemos ciertas cosas sin pensarlas...o al menos, sin cuestionarnos por qué las hacemos.Es que somos animales conformados por costumbres, que se arraigan en nuestra personalidad y nos dan el perfil característico de cada uno de nosotros. Algunos rasgos personales serán genéticos, otros –los hábitos- adquiridos en nuestro camino vital.
Por momentos, quedamos prisioneros de la vorágine de la actualidad, que nos devora “centrípetamente”, sin dejarnos espacio y tiempo adecuados para detenernos a pensar y reflexionar.
Y consideremos que una detención de vez en cuando no viene mal. Es que la vida es como un camino en continuo repecho, y el caminante necesita cada tanto sentarse a la vera del mismo y detenerse a pensar lo que se ha recorrido. Y registrarlo en su haber...
También podrá estimar lo que le queda por recorrer, el debe de su vida, y esa parada le servirá para disfrutar el momento valorando lo realizado y juntando fuerzas para la etapa siguiente.
Pero, no por eso debemos correr el riesgo de transcurrir nuestra vida en una continua actitud cuestionadora de todos los pasos. Nos volvería peligrosamente poco prácticos, escasamente expeditivos.
Pero convengamos que a veces viene bien reflexionar sobre el por qué de ciertas actitudes, sobre el porqué de ciertos actos reflejos en nuestras decisiones.
Reflexionar, además, acerca de las razones a admitir ciertas cosas como verdades incuestionables, inamovibles, siendo que las verdades de la Humanidad han sido siempre objeto de revisiones. Y que, además, no hay verdades absolutas.....(aunque esto también pueda ser cuestionable!!!)
Es por todo esto (y mucho más) que deseo comunicarles los resultados de una investigación sobre la etología de ciertos simios, que puedan –quizá- activar algunos resortes reflexivos.
Es un excelente ejemplo de cómo se origina un paradigma.
Ahí va.
Un grupo de científicos colocó cinco monos en una jaula, en cuyo centro colocaron una escalera y, sobre ella, un montón de bananas.
Cuando un mono subía la escalera para agarrar las bananas, los científicos lanzaban un chorro de agua fría sobre los que quedaban en el suelo.
Después de algún tiempo, cuando un mono iba a subir la escalera, los otros lo agarraban a palos.
Pasado algún tiempo más, ningún mono subía la escalera, a pesar de la tentación de las bananas.
Entonces, los científicos sustituyeron uno de los monos.
La primera cosa que hizo el novato fue subir la escalera, siendo rápidamente bajado por los otros, quienes le pegaron.
Después de algunas palizas, el nuevo integrante del grupo ya no subió más la escalera.
Un segundo mono fue sustituido, y ocurrió lo mismo.
El primer sustituto participó con entusiasmo de la paliza al novato.
Un tercero fue cambiado, y se repitió el hecho.
El cuarto y, finalmente, el último de los veteranos fue sustituido.
Los científicos quedaron, entonces, con un grupo de cinco monos que, aún cuando nunca recibieron un baño de agua fría, continuaban golpeando a aquél que intentase llegar a las bananas.
Si fuese posible preguntar a algunos de ellos por qué le pegaban a quien intentase subir la escalera, con certeza la respuesta sería:
"No se, aquí las cosas siempre se han hecho así ..."
¿Le suena conocido?
Creo que de una u otra forma, muchas veces nosotros deberíamos preguntarnos por qué estamos golpeando ... y por qué estamos haciendo las cosas de una manera, si a lo mejor las podemos hacer de otra.
Albert Einsten dijo una vez: "Es más fácil desintegrar un átomo que un preconcepto”.