
El mediodía del 30 de diciembre del 2002 caía una fina llovizna sobre Montevideo. En mi casa, ya estábamos listos para almorzar con toda la familia: es que empezábamos las vacaciones y en unas horas nos íbamos para Florida. Sonó el teléfono: era Alberto Magnone, solicitándome el número de teléfono de los padres de Gustavo Nocetti.
Gustavo había tenido un accidente y desde una unidad móvil le habían avisado a él, supuestamente por estar primero en su lista de contactos.
Le pase el número de la casa de la calle Paraguay casi Carlos Gardel, donde vivían Wilfredo y Chichita, y quedó por eso. En verdad, no me preocupé demasiado: Gustavo ya había tenido mas de algún “roce” conduciendo, pero…..al rato Alberto vuelve a llamar y me dice que no encontraba a sus padres. Mi Sra. presintió algo:
-Vamos a poner el informativo de la tele. Esto no me gusta nada, dijo.
Y su presentimiento fue, lamentablemente, acertado.
Con la mesa servida para almorzar, de pie frente al televisor, quedamos en silencio cuando el informativista comenta acerca de “un accidente del cantor Gustavo Nocetti en la rambla de Montevideo, casi frente a la Aduana de Oribe, ocurrido poco tiempo antes”.
En las imágenes vemos salir a Gustavo llevándose su mano derecha a la cabeza, en una camilla que lo llevaba desde un auto deshecho hasta la ambulancia. Aun estaba con vida.
Recordando lo que me había dicho Alberto nos fuimos al Hospital Británico. Preguntamos en planta baja, y nos mandan al CTI, creo que en el segundo piso. Cada vez nos gustaba menos.
Una señora que estaba sentada frente a la puerta del CTI nos preguntó si éramos familiares de Nocetti.
-No, dijimos. Somos amigos.
Nuestro temor aumentaba.
-Les digo porque recién salieron y preguntaron si habían familiares de Nocetti, nos dijo…y nos señaló esa puerta.
Vamos a llamar ahí dijo Milka.
Lo hicimos. Sale un médico y nos pregunta si éramos familiares de Nocetti.
Y repetimos:
-No. Somos amigos.
-Lamento tener que informarles que Gustavo falleció, nos largó sin preámbulos.
Sentí el dolor de la sorpresa, la angustia de estar solos con ese peso; sentí que todo era silencio, que no habían mas músicas en el Mundo.
Quedamos varios minutos sin respuesta. Creo que sin saber que hacer, o mejor dicho, sin saber como encarábamos los pasos siguientes: comunicárselo a la familia!!!
Con mi viejo celular en la mano me paseaba pensando como hacerlo hsta que decidí llamar al Pato, uno de sus mejores amigos desde la infancia. Habíamos estado mucho en contacto porque el Pato había organizado la actuación de la Sala Zitarrosa del 17 de noviembre, cuando Gustavo celebraba sus 27 años con el tango.
En esas cavilaciones estaba, cuando veo que al fondo del pasillo se abre la puerta del ascensor y vemos aparecer, con su tranco cansino, a Wilfredo. No recuerdo que palabras le dije pero no eran necesarias muchas: nuestros gestos, nuestra emoción contenida y los abrazos lo dijeron todo!!!!
Y mas tarde llegó Chichita, su mamá. Allí fue mas fuerte el abrazo entre los cuatro!!! La familia Nocetti vivía por esos días, además, otro drama: Alfredo, el único hermano de Gustavo, estaba internado en el CTI de otro Sanatorio montevideano, “de viaje” como le gusta bromear a él hoy día. Había tenido un accidente muy parecido al de Gustavo y también en la Rambla pocos días antes.!!!
Luego viene lo conocido: su velatorio, y su sepelio bajo un aplauso cerrado en el caluroso y soleado mediodía del 31 de diciembre. Los medios de comunicación estaban atentos. Con Cono, el Goico y Ledo nos quedamos a cierta distancia, y desde ese punto vi a algunas “figuras” del ambiente artístico correr buscando afanosamente cámaras, buscando con desesperación que les hicieran notas o al menos solo aparecer!!!!
Me revuelve el estómago aún pensar hasta donde puede llegar la hipocresía y el oportunismo de ciertos humanos…..
Por varios días no pude ni siquiera sacar el fuelle del estuche.
Por varios años, casi 9, no pude ni siquiera escuchar su voz en mi casa, o ver algún video.
Me quedaron decenas de anécdotas, de recuerdos, de conversaciones de tantos temas, de confidencias….. Me quedó, o mejor dicho, fomentó y me legó, una profunda amistad y respeto hacia toda su familia con la que estaré unido como estuvimos hasta ahora: en las malas y en las buenas.
Hoy, con esta tarde gris de este raro verano montevideano revivo aquel difícil momento. Sé que algunos me comprenderán y con eso alcanza.
Una parte grande de los sonidos de esta ciudad se había ido para siempre con él.
Salu loco. Y como te digo siempre, por allá nos encontraremos, y serán otros tangos o los mismos, no lo se…